27/05/2025
Conmemoraciones
España, años 30. El analfabetismo es muy alto entre la población, tanto que se estima que un 50% de los adultos no sabe ni leer ni escribir. La situación es especialmente grave en las zonas rurales, donde el acceso a la educación y las desigualdades sociales se tornan particularmente difíciles. Con la llegada de un nuevo Gobierno tras el advenimiento de la República, por fin se toman en consideración algunas propuestas de mejoras educativas largo tiempo propugnadas por regeneracionistas y reformistas de la Institución Libre de Enseñanza.
De hecho, es Rafael Altamira, pedagogo y director general de Primera Enseñanza, quien ya en 1912, habla de “misiones pedagógicas” al propugnar unas experiencias para llenar el vacío intelectual y social con que trabajaban los maestros en las aldeas. Y así, poco tiempo después de la proclamación de la Segunda República, el ministro de Instrucción Pública crea el Patronato de Misiones Pedagógicas mediante un decreto publicado precisamente el 30 de mayo de 1931, hace ahora 94 años.
El Patronato tendrá a Manuel Bartolomé Cossío como presidente. La lectura de las memorias del Patronato en sus primeros años, de septiembre de 1931 a diciembre de 1933 revela su misión, las particularidades de su creación, la descripción de los distintos servicios y cursos e incluso el estado de sus cuentas.
Sus actividades se centraban en tres aspectos:
Alejandro Tiana, en su libro Las misiones pedagógicas : educación popular en la Segunda República , explica cómo estas misiones estaban formadas por equipos de profesionales, profesores, artistas, escritores y otros agentes culturales, que viajaban por diferentes regiones en caravanas y vehículos adaptados. Su labor consistía en organizar actividades educativas, culturales y recreativas, como teatros, exposiciones, conciertos, talleres y clases, con la finalidad de despertar el interés por aprender y reducir el analfabetismo.
El Servicio de Biblioteca se llevaba la mayor parte de los esfuerzos económicos, hasta alrededor del 50% del presupuesto anual. Los lotes de libros (y a veces de discos y un gramófono) se repartían en localidades de menos de 5000 habitantes, y contenían una selección de literatura, historia, geografía y biografías principalmente. Se trataba de un conjunto de unos 100 ejemplares de un catálogo de unos 400, que controlaba y gestionaba a menudo el maestro de la localidad o algún empleado del Ayuntamiento.
El Servicio de Cine no solo llevaba películas de los más variados temas, sino que también recopiló imágenes del momento, de las costumbres, paisajes y gentes. El Museo ambulante mostraba una selección de las obras más representativas del patrimonio artístico nacional. Estas obras se mostraban con reproducciones físicas y también proyectadas a través de las películas del Servicio de Cine. El Servicio de Coro y Teatro del Pueblo era un teatro estudiantil dirigido por Alejandro Casona, con piezas que se creía que serían bien comprendidas por el público rural, populares y adaptadas. A ellos se sumaba el Retablo de Fantoches, un guiñol que resultaba más fácil de trasladar que las escenografías del teatro.
Finalmente, en el presupuesto de 1935 se dejó de destinar dinero a las Misiones Pedagógicas. Aún así y gracias a ciertas entidades locales, hubo misioneros recorriendo parte de la geografía española hasta julio de 1936.
Podemos señalar como el logro más destacado de las Misiones Pedagógicas la democratización del acceso a la cultura y la educación, rompiendo barreras sociales y geográficas. Dejaron una huella significativa en la historia educativa y cultural de España, inspirando futuras políticas y movimientos en pro de la igualdad de oportunidades educativas y culturales para todos.
Para terminar, os dejamos una recopilación de vídeos documentales que os acercarán a esta experiencia educativa de la hoy celebramos casi un siglo de existencia: